miércoles, 16 de septiembre de 2009

Naturaleza muerta.


No ha salido el sol y Ana y Miguel ya prenden llama. Ella sobre él, hombre y mujer deshacen la cama.
Y el mar que
está loco por Ana prefiere no mirar, los celos no perdonan al agua, ni a las algas, ni a la sal. Al amanecer ya está Miguel sobre su barca.

-Dame un beso amor, y espera quieta junto a la playa.


Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella, no quiero compartir su corazón-.

Y llorar, y llorar, y llorar por él. Y esperar, y esperar, y esperar de pie en la orilla a que vuelva Miguel. Dicen en la aldea que esa roca blanca es Ana. Cubierta de sal y de coral espera en la playa. No esperes más niña de piedra. Miguel no va a volver. El mar le tiene preso por no querer cederle a una mujer. Incluso hay gente que asegura que cuando hay tempestad, las olas las provoca Miguel luchando a muerte con el mar. Y llorar, y llorar, y llorar por él. Y esperar, y esperar, y esperar de pie en la orilla a que vuelva Miguel.

Y llorar, y llorar, sobre el mar.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Ultima playa


No llevabamos reloj, ni cronometros de arena, aunque nos sobrase. Pero estaba claro que no estaba atardeciendo ni se nos ocurria que el amanecer no fuese producto de un poeta enloquecido. El objetivo no capturaba pigmentos hechos de piel y madrugada. El agua y el sudor lo empañaba de risa tonta. El objetivo ni si quiera atinaba a inmobilizarnos, perdiendo el norte y el equilibrio. Por una vez las botellas no se lanzan al mar, sino que saltaban con las olas guardandose pompas de espuma. Ningun mensaje valia la pena. Nadie iportante al otro lado del horizonte.

Escupiste una cancion que nos decia de huir de las estrellas o bien escapar a ellas, aunque las mias aparecian mientras perdia la consciencia. Y aunque no fue a ti a quien bese, nos sacudimos como lombrices en el fango. Mi sirena de azucar. Tu y yo. Viorel devia andar por ahi, escondiendo la luna, por si acaso me distraia de tu mirada.

Y si tenias los bolsillos y los ojos llenos de arena, yo te habria llenado de sal la sonrisa.
Porque vivir es jodidamente marabilloso.