jueves, 10 de junio de 2010

Porexpán


Se hizo una sábana fina con las sobras de llanto de la cena y se desayunó a sorbitos para no perder el equilibrio. Volvió a dormir con la luz encendida y buscaba constelaciones con los ojos cerrados. Aullemos pues, parecían decir.Y las constelaciones no eran de estrellas, eran huecos en el estómago. La chica inundación se había quedado sin corazones de porexpan.

Abrió los ojos y se tapó la boca con las manos. No había sido el hambre. Aquella cosa en el estomago a lo largo de la noche no había sido el hambre. Ni el llanto la cena. Había sido ausencia.

Hijo de puta.