sábado, 9 de enero de 2010

Como el jodido fin del mundo ¿sabes?

 Cada vez que le arrancaban del mundo, no había calabozo que le vieniera bien. Se retrocede con seguridad, pero se avanza a tientas. Uno adelanta las manos torpemente como un ciego, ciego imprudente por añadidura. Pero lo absurdo es que no se es ciego.


-Era así como una de esas chicas que paseaban corazones como quien colecciona sonrisas. Porque me miran como si quisiera que les llevara conmigo hasta el fin del mundo. Pero me da por perderme en el camino, por distraerme. Podría escoger a cualquiera, pero nunca lo hago.


Y ahora, como demorados sonetos de falsas sílabas, te siento, te pienso, te huelo. Con el corazón, con los huesos, con los ojos, con la yema de los dedos. Con las ganas, a sorbitos, con miedo, sin pedir nada a cambio, a muerte, con los ojos cerrados, o también abiertos, con dudas, sin temores, hasta el final, dos días, para siempre jamás, dos segundos.Contradictoriamente. A revolvones, a empujones, o como un caramelo. Me juego el tipo mirándote a los ojos, porque se me deven de oler las ganas de saborearte, de hacerte alguna caricia furtiva en medio de ninguna parte. Y es que me regodeo en cada centímetro, en cada curva de tu piel, que ya me sé de memoria, en mis manos cuando huelen a las tuyas, y en  miradas furtivas que se escapan por el rabillo del ojo, o que huyen incluso de las comisuras de los labios. En sonrisas torcidas, completas, e incluso rotas. Y mira que me gusta tu aliento,  más si es entrecortado, y tu piel desnuda contra la mía. Entonces parece que seas como...

Como el jodido fin del mundo ¿sabes?

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