lunes, 7 de septiembre de 2009

Ultima playa


No llevabamos reloj, ni cronometros de arena, aunque nos sobrase. Pero estaba claro que no estaba atardeciendo ni se nos ocurria que el amanecer no fuese producto de un poeta enloquecido. El objetivo no capturaba pigmentos hechos de piel y madrugada. El agua y el sudor lo empañaba de risa tonta. El objetivo ni si quiera atinaba a inmobilizarnos, perdiendo el norte y el equilibrio. Por una vez las botellas no se lanzan al mar, sino que saltaban con las olas guardandose pompas de espuma. Ningun mensaje valia la pena. Nadie iportante al otro lado del horizonte.

Escupiste una cancion que nos decia de huir de las estrellas o bien escapar a ellas, aunque las mias aparecian mientras perdia la consciencia. Y aunque no fue a ti a quien bese, nos sacudimos como lombrices en el fango. Mi sirena de azucar. Tu y yo. Viorel devia andar por ahi, escondiendo la luna, por si acaso me distraia de tu mirada.

Y si tenias los bolsillos y los ojos llenos de arena, yo te habria llenado de sal la sonrisa.
Porque vivir es jodidamente marabilloso.

2 comentarios:

  1. Hay cosas mas maravillosas todavía, como escribir sin faltas.

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  2. Y si pensabas que el mundo acababa ahí, es un error. En las tardes de lluvia es cunado tu sonrisa te ilumina, cuando a pesar del frío ardes por dentro y recuerdas: al mal tiempo buena cara. ¿Qué tal si empiezas a ser feliz?

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